Adultos y Doble Excepcionalidad (AACCII y TDAH)

Un adulto con doble excepcionalidad, probablemente, no llegue a saberlo si ésta no ha sido diagnosticada en la infancia ni en la adolescencia.

Quizás la persona se dé cuenta en un momento de su vida que, aún siendo muy inteligente y, según los casos, habiendo tenido una trayectoria académica brillante, llega un momento en que no puede superar  bien los retos que le pone la universidad o la vida misma. La pregunta es la siguiente: “¿Por qué yo, siendo tan inteligente en general, tengo despistes y errores “tontos” sin que sea consciente de ello, me cuesta organizarme y planificar mi trabajo y tengo la sensación de que no consigo alcanzar los objetivos que me propongo?”.

Hay que partir de la base de que el TDAH es un trastorno de origen neurobiológico y crónico, que puede manifestarse tanto en la infancia como en la adolescencia o en la edad adulta por primera vez.

El adulto con TDAH puede manifestar problemas de atención y de autocontrol: si hay un déficit de atención, tienen problemas en el mantenimiento de la atención-concentración (se distraen fácilmente, cometen errores por descuido, pasan por alto detalles importantes, pierden el hilo en las conversaciones o leyendo, no se acuerdan de fechas o citas importantes o menos importantes) y se quejan de perder cosas frecuentemente (las llaves, las gafas, el móvil, algún documento,…); así mismo, la persona con un TDAH tiende a demorar las decisiones y obligaciones,  a vivir en el caos (tiene dificultades para organizar sus tareas y planificarse temporalmente: por ej., suelen ser impuntuales muchos de ellos, porque no saben calcular bien el tiempo), planifica demasiado o no planifica de forma eficiente (quiere hacer mil cosas al mismo tiempo y no acaba casi ninguna), va estresada por la vida porque quiere “resolver” y alcanzar objetivos y no llega (no es realista en la lista de objetivos diarios que confecciona en su agenda y esto les causa frustración), les falta constancia y ser sistemáticos para alcanzar objetivos, se aburren y cansan pronto una vez que empiezan algo, tienen necesidad de cambiar de actividad y saltar de una cosa a otra, trabajan mejor “a presión” (necesita tener una fecha límite para conseguir terminar algo), no les gusta las tareas de tipo administrativo, les cuesta relajarse (sobre todo, si es hiperactivo/impulsivo), sintiéndose habitualmente intranquilo o inquieto interiormente, es impaciente, cambia de ánimo bruscamente (pasa de un polo a otro en un momento dependiendo de lo que le ocurra), es dependiente emocionalmente,…

Los síntomas antes citados no se pueden analizar por separado, debe de hacerse dentro de un contexto y siempre que estén mantenidos en el tiempo y no se deban a otras causas (depresión, ansiedad, estrés,…).

No obstante, en la persona adulta con TDAH, es tan importante o más saber los síntomas que tiene como las limitaciones o desadaptaciones que le provoca: en el trabajo o estudios, en su vida personal, en su vida familiar, en su vida social, en su tiempo libre y aficiones,…

Cuando hay doble excepcionalidad en el adulto (altas capacidades y TDAH), la persona corrige más y mejor sus limitaciones buscándose estrategias de compensación de sus déficits y limitacionesEl adulto TDAH especialmente inteligente puede a llegar a camuflar su TDAH casi por completo, porque sus altas capacidades intelectuales  le proporcionan la motivación intrínseca que necesita para cumplir objetivos, la perseverancia cuando algo es de su interés, los trucos para tener menos olvidos, solución de problemas,….Digamos que la inteligencia es una gran ayuda para el TDAH y lo minimizaPor ello, en la doble excepcionalidad, lo mejor es “sacar a flote” las altas capacidades intelectuales ( esto es, “estar a modo AACCII en vez de a modo TDAH”). Por supuesto, es fundamental conseguir unos mínimos en cuanto a estabilidad emocional para controlar las limitaciones que causan el TDAH (siempre lo primero son las emociones). Así mismo, también es preciso tener en cuenta que hay doble: hipersensibilidad, hiperactividad mental, tendencia a frustrarse con facilidad, animadversión hacia las críticas,…

Por último, deciros que no os asustéis si os habéis sentido identificados con los síntomas (que algunos  son muy parecidos al de las altas capacidades intelectuales), simplemente, tenerlos en cuenta y acudir a un profesional cualificado si ya estáis sufriendo limitaciones en vuestras vidas: baja autoestima, problemas de habilidades sociales, problemas laborales, de ansiedad y de control del estado de ánimo, de constancia para acabar las cosas,…