INTELIGENCIA INTELECTUAL E INTELIGENCIA EMOCIONAL

La inteligencia es un constructo que se divide, básicamente, en dos áreas: intelectual y emocional y ambas interactúan entre ellas, no pudiendo desvincularse la una de la otra.

La inteligencia intelectual es aquélla que podemos medir a través de tests psicométricos de inteligencia (que están revisados y actualizados por expertos en el tema) obteniendo una capacidad intelectual general o total, además de diversas escalas (verbal, visoespacial, razonamiento abstracto, memoria de trabajo y velocidad de procesamiento mental rápido). Los tests más usados para medirla son los de la escala Wechsler (WPPSI-IV, WISC-V, WAIS-IV, según edades), Raven (escala color, escala general y escala superior; niños, adolescentes y adultos), Escala de inteligencia de Reynolds (RÍAS y RIST), entre otros (K-ABC de Kaufmann, Standford-Binet, BASS)

Esta inteligencia ayuda en la vida, siempre que se haga buen uso de la misma. Aprender más rápidamente es una ventaja si la persona no tiene un exceso de confianza en sus posibilidades y deja lo que tiene que hacer para luego “porque le resulta muy fácil” (de esta forma, irá al límite de sus posibilidades y se le acumularán las tareas).

Dentro de la inteligencia intelectual, además de las inteligencias múltiples de Gadner (actualmente, 12: lingüístico-verbal, lógico-matemática, espacial, musical, corporal-kinestésica, intrapersonal, interpersonal, naturalista, existencial, creativa, emocional, colaborativa), hay que considerar que existen dos tipos de inteligencia: la fluída (o hereditaria) y la cristalizada (o cultural).

La inteligencia emocional

Es la inteligencia emocional la imprescindible para que una persona pueda ser feliz, mucho más que la inteligencia intelectual.

Según Baron (1997), la inteligencia emocional se compone de un conjunto de destrezas y/o habilidades que mantienen a la persona estable y la ayudan a enfrentarse a las demandas del medio o entorno. Para tener una buena inteligencia emocional, es preciso poseer una autoestima aceptable que permita a la persona tener:

1.- Un buen autoconocimiento y una buena expresión de sentimientos auténticos (i. intrapersonal)

2.- Una buena capacidad para tener unas relaciones sociales satisfactorias, partiendo de una correcta consciencia social (i. interpersonal)

3.- Una buena capacidad para gestionar el cambio (esto es, una buena adaptabilidad)

4.- Una buena capacidad para el manejo de la autorregulación de las emociones en situaciones estresantes (esto es, un buen manejo del estrés)

5.- Una buena motivación o estado de ánimo

Esta inteligencia también es medible, aunque la precisión es menor que en la inteligencia intelectual.

Cuando una persona acude a una consulta de psicología, será imprescindible evaluarla en el plano emocional, aunque su motivo de consulta sea otro. El campo emocional determina cualquier tema psicológico a resolver.

Por ello, para realizar cualquier estudio a nivel psicológico, la valoración de las emociones de la persona será un punto de partida (aunque el motivo de consulta sea saber solo qué capacidad intelectual general tiene).

 

 

 

 

 

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