Historia de José Antonio
J.A. fue un hijo muy deseado, de padres con profesionales liberales; también fue muy querido. De pequeño, mostraba interés por múltiples aspectos de la vida cotidiana, así como por jugar creando sus propios juegos; su interés por conocer era favorecido por su entorno, libros, juegos, amigos, viajes,…
El niño fue creciendo y su interés siguió abarcándolo todo: en el colegio, académicamente era perfecto, tocaba todos los “palos”, sacando calificaciones excepcionales; en el deporte, siguió brillando y hacía deporte tanto para divertirse como sólo por aprender (reglas, técnicas, tácticas).
Digamos que siguió creciendo en sus intereses y en sus posibilidades. Pero todo tiene un límite y, ya con 15 años, esa familia que le apoyaba y le hacía de soporte para su desarrollo no pudo más; sus puntos de interés crecían, pero ni el niño ni los padres podían abarcarlos.
Poco a poco se fue apartando de los intereses: los elegía, veía que no podía alcanzarlos y pasaba al siguiente, y así continúa jugando a todos los que le interesa pero sin cuajar en ninguno.
MORALEJA, aunque los superdotados mantengan con el tiempo el afán por aprender y realizar múltiples actividades o temas, así como una motivación polifacética, necesitan un ajuste emocional que les clarifique cuáles son sus posibilidades y los haga ser selectivos en sus intereses.
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