Un importante grupo de adolescentes con altas capacidades intelectuales tienen un abanico de intereses muy extenso a la hora de elegir carrera universitaria o profesión.
Habitualmente, a estos chicos y chicas les gusta más de un área de conocimiento y, a menudo, muy dispares (medicina, ingeniería, astrofísica, historia, matemáticas,…) y, a la hora de decidirse por alguna de estas disciplinas, no saben qué hacer o empiezan una de ellas por azar. Si tienen suerte, “dan en diana” y han encontrado su camino profesional y personal y, si la suerte no les acompaña de la misma forma, puede ocurrir cualquier cosa: desde que fracasen académicamente el primer año de estudios superiores y repitan y sigan en esa carrera o aprendizaje o, quizás peor, que vayan cambiando de carrera universitaria o de profesión como se cambian de calcetines, lo cual les crea un estado de malestar, baja autoestima, apatía, inseguridad personal e insatisfacción considerables, y no digamos a sus familias (que los suelen respaldar y padecen el sufrimiento y la indecisión del hijo o hija), y así pueden pasar varios cursos escolares y, con ello, parte de su vida y oportunidades perdidas en el camino.
Todo esto es evitable si se les proporcionara, a partir de primero de Bachillerato, una orientación adecuada desde los centros escolares. Y con esto no me refiero a explicar en qué consiste la selectividad, sino a hablarles (a través de una o varias charlas) de las distintas salidas profesionales de las que disponen, en qué consisten, contenidos generales de las mismas, posibilidad de trabajo en el futuro,…y todo ello basándose en cuestionarios colectivos de preferencias vocacionales que, previamente, se haya administrado en las aulas de estos chicos y chicas (con cuyos datos se puede personalizar y asesorar a estos alumnos más capacitados según sus aptitudes y preferencias).
Para todos los estudiantes, el procedimiento arriba relatado es muy aconsejable, pero para los chicos y chicas que tienen altas capacidades intelectuales, es fundamental hacerlo, ya que son más proclives a dudar y a equivocarse (si no lo tienen muy claro, que también los hay así) por disponer de un abanico de intereses muy amplio y gustarles todo más o menos en el mismo grado.
El alumno/a más inteligente tiene necesidad de ser orientado durante toda su vida académica (previa identificación de sus altas capacidades intelectuales), porque tiene unas necesidades educativas especiales o específicas; cuando llega a Bachillerato, la orientación vocacional permitirá que haga una introspección y reflexione más a fondo acerca de sus intereses, preferencias y aptitudes y/o habilidades específicas y, con ello, pueda decidir y elegir mejor hacia dónde dirigirse profesionalmente de forma satisfactoria.
Vivimos en una sociedad muy complicada, llena de estímulos, y una mente especialmente inteligente, a veces, se pierde entre tanta “oferta”. El asesoramiento previo a comenzar unos estudios superiores evita confusiones en este sentido. Así mismo, los padres también tenemos un papel fundamental en este cometido, dialogando con ellos y ayudándoles a aclarar como padres-guía, en lo que nos dejen, sus ideas.
Es una pena que cerebros tan privilegiados se pierdan, siendo esta pérdida lamentable tanto para ellos mismos como para la sociedad que tanto los necesita. ¡¡Ayudemos todos para que esto ocurra lo menos posible!!
En bachillerato ya no hay tutorías para poder pasar cuastionarios y si se les propone a los alumnos, es fuera de horario, y no suelen aceptar. Gracias por el consejo que aquí se ha dejado
Gracias a ti por tu comentario.
Un abrazo.
Marisol Gómez