Es incuestionable que las nuevas tecnologías están
omnipresentes en nuestras vidas y son ineludibles, así como que avanzan con
demasiada rapidez.
Ya sabemos que nos ayudan mucho en determinados aspectos de nuestras vidas a agilizar los procesos y a obtener información de una manera rápida, pero también son muy adictivas y, a menudo, no se usan bien (esto es, se abusa de ellas, estando desreguladas).
Las nuevas tecnologías, en una persona que tiene el TDAH dentro de su diagnóstico, pueden llegar a ser muy peligrosas, porque les pueden crear adicción (y ya el TDAH es muy adictivo), por lo que se pueden usar, por supuesto, pero dosificadamente, de forma regulada.
La pantalla más adictiva es el móvil y también la que más solemos usar junto al ordenador. El móvil es una pantalla pequeña y brillante, con contenidos dentro muy variados, que tiende a “atrapar” a la persona que tiene un TDAH y, además, crearle más problemas de atención y de control de emociones e impulsos cuando la persona lleva usándolo mucho tiempo seguido (a partir de media hora o tres cuartos de hora seguidas, va restando atención y poniendo más nerviosa a la persona con TDAH y/o con doble excepcionalidad y ésta no es consciente de ello). Al ser sus estímulos visuales, dinámicos y variados, una persona con TDAH puede pensar que la tranquiliza porque logra captarle su atención (y esto no es así), con lo cual, puede tirarse horas usándolo y terminar agotado/a una vez que ya termina de usarlo. El uso del móvil en los pequeños con TDAH y/o con doble excepcionalidad es imprescindible que esté dosificado, así como que se les alargue la edad de comienzo lo más posible (desde mi punto de vista, antes de los 12 años de edad, ningún niño debía tener un móvil en sus manos). Quisiera deciros que los padres que dan a sus hijos/as su propio móvil para que se entretengan mientras ellos están haciendo otra cosa no son conscientes de que le están dando parte de su privacidad a sus hijos pequeños y, a su vez, “dando permiso” para que pidan tener ellos un móvil a temprana edad, por lo que no es una buena opción.
Señalar que la doble excepcionalidad, al contener el TDAH en su diagnóstico, tiende a ser adictiva, esto es, a depender de cosas, personas y situaciones (nuevas tecnologías, tóxicos, juegos, comida, personas de las que se hacen dependientes,…); también les gusta mucho los estímulos que no le requieran de un gran esfuerzo mental sostenido siendo, como decíamos antes, visuales, dinámicos y variados. De ahí que el riesgo de un uso indiscriminado de las pantallas no sea bueno para ellos.
Por otro lado, decir que el uso de las pantallas de todo tipo antes de dormir es contraproducente, ya que retiran la melatonina cerebral, que es la encargada de introducirnos en el sueño. Las repercusiones del uso diario de pantallas a partir de las 8 de la noche (en general) puede ser contraproducente, pudiendo provocar insomnio inicial en todos/as (más en las doble excepcionalidades, que tienen un cerebro altamente sensible e hiperactivo mentalmente); esto es, hay que dejar un tiempo entre el uso de las pantallas y la hora de irnos a dormir.
Así es que, resumiendo, pantallas sí, pero dosificadas; en la infancia, por los padres y, en la edad adulta, por la propia autorregulación de la persona. Esto en general y, en especial, en la doble excepcionalidad.
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